En la cuarta sesión de clase hemos hablado del Aprendizaje Cooperativo, esto es, una metodología que tiene su gran potencial en el trabajo socializador del alumnado. No puedo evitar acordarme de una profesora que tuve en quinto de primaria que puso en práctica conmigo esta técnica y el resultado fue genial, así que os lo voy a contar en esta cuarta entrada del Blog.
En mi clase del colegio había dos alumnos insoportables. Por un lado, un chico que era más vago que la chaqueta de un guardia y siempre suspendía y, en el otro extremo, estaba yo, que, además de no callar, era una niña muy resabida. Nuestra profesora, harta ya de los dos, decidió que, a partir de ese momento, en su asignatura ambos íbamos a ser un equipo: nuestra nota sería la media de las dos, igual que los puntos de comportamiento. De esa forma, él tenía que esforzarse más porque su nota me influía a mí, y yo tenía que esforzarme en ayudarle para que no me bajara la nota y en no hablar tanto, porque mi comportamiento también le afectaba a él.
Al principio nos cabreábamos continuamente y yo no paraba de quejarme porque “era una injusticia”. Poco a poco fuimos esforzándonos más para que así el otro se sintiera en la obligación de hacer lo mismo y, cuando empezamos a ver que la cosa funcionaba bien, acabamos tomándonoslo como un reto. Finalmente, formamos un buen equipo, yo recuerdo haber aprendido muchísimo y mi compañero mejoró también en otras asignaturas. La profesora nos confesó que era la primera vez que ponía en práctica esta técnica y que estaba muy orgullosa del resultado.
Así, este tipo de metodologías de aprendizaje cooperativo pueden ser muy beneficiosas, especialmente para los alumnos difíciles, y me parece muy interesante estudiarlas a fondo y analizarlas, para poder perfeccionarlas y aplicarlas de forma efectiva en la docencia. Y vosotros, ¿habéis tenido alguna experiencia como esta en el aprendizaje cooperativo? ¿Dio resultado? ¡Podéis contarlo en comentarios!